Gloria - The Catholic Pledge

Dear Friends in Christ,

At Mass, after the penitential rite, the whole congregation sings the Gloria – “Glory to God in the highest…” Before an actual meeting of the Knights of Columbus, the Men’s Club, the School’s gathering, members or students say the Pledge of Allegiance. In the same way, the Gloria is a moment in the Mass when we declare, not only what we believe, but what we stand for as a community of believers. “We praise you, we bless you, we adore you, we glorify you, we give you thanks for your great glory...”

We are supposed to sing the Gloria out loud with emphatic jubilation. But even at Mass, we often fail to enter into the spirit of praise. Catholics need to come alive during the Gloria. We need to sing. To mumble a declaration of faith is the next thing to denying it. To stand there silently while others sing the Gloria is to separate ourselves from the believing community.

What we praise, we will appreciate. What we do not praise, we will not appreciate. If we do not listen to the words of the Gloria, embrace their meaning, make them our own, and praise God consciously through them, their content will depart from our minds and dissolve in our hearts. That is why we proclaim at the Preface in every Mass, “It is truly right and just, our duty and our salvation, always and everywhere to give you thanks.” We Christians have a duty to be the voice of praise on earth.

No creature on earth can praise God but humans. Psalm 148 says: “Praise him, sun and moon; praise him, all shining stars. Praise him, highest heavens, you waters above the heavens. Animals wild and tame, creatures that crawl and birds that fly… Let them all praise the Lords name, for he commanded and they were created.” Yet, none of those entities above can know that God “commanded and they were created.” Only humans can praise God. Praising God is our privilege and our role in creation. “Kings of the earth and all peoples, princes and all who govern on earth; Young men and women too, old and young alike. Let them praise the name of the Lord, for his name alone is exalted; his glory is above earth and heaven.”

Humans can recognize God’s brilliance and admire God for it. Humans alone. That gives humans a special role. It is through humans that creation is returned to God in the form of praise and thanksgiving. This is what makes the Gloria so important at Mass. In singing praise and giving thanks to God, as representatives of the human race, we are fulfilling our duty of putting creation into recognized relationship with God. It is to do what only humans can do. It is to be a bridge between creation and God.

We gather on Sundays to celebrate “Eucharist,” which in Greek means “thanksgiving.” The Gloria singles out what we have to be thankful for in the Good News. We are grateful, first of all, simply for what God is: “We give you thanks for your great glory.” We thank God just for being the kind of God he is. “You alone are the Holy One. You alone are the Lord. You alone are the Most High, Jesus Christ, with the Holy Spirit, in the glory of God the Father!” God is God. God alone. And we are God’s people. God’s position is so high, so far above every created being, goal, value, or desire, that nothing could ever get close enough even to compete with God. And our life is simply to be loyal to that almighty God.

Teenagers! Next time, when you go to attend Sunday Mass, will you still mumble a declaration of faith or stand there silently while others sing the Gloria? If you do, it may be in you a prelude to separate yourselves from the believing community. Why you are able to shout out when your team scores a goal, and you are not able to sing praises to the Lord? And to the whole adult congregation! Could it be that a parish that is “cold and restrained” in its celebration of Eucharist is able to pass the life of faith on to our children?

Here are some questions for us to pose to ourselves: How am I doing with the prayer of praise? Do I know how to praise the Lord? Do I praise him when I pray the Gloria? Is my whole heart really in it, or do I merely mumble mouth the words, or do I just stand there silently? And Parents! Do you accompany your children in their prayer life and spiritual journey as closely as you accompany them in their athletics and other activities?

Your Friend and Pastor,

Fr. Linh Nguyen

Queridos amigos en Cristo,

Durante la Misa, después del rito penitencial, toda la congregación canta la Gloria: “Gloria a Dios en las alturas...” La Gloria es un momento en la Misa cuando declaramos, no solo lo que creemos, sino lo que representamos como comunidad de creyentes. “Te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias por tu gran gloria...”

Nosotros debemos cantar la Gloria en voz alta con mucho júbilo. Pero aun estando en Misa, seguido no sentimos el espíritu de alabanza. Los católicos deben sentirse llenos de vida durante la Gloria. Debemos cantar. Cuando rezamos una oración entre los dientes, es casi como negar el significado de la oración. Cuando vamos a misa y nos paramos para cantar la Gloria, pero nos quedamos callados mientras otros cantan, nos separamos de la comunidad creyente.

Alabamos, lo que apreciaremos; y lo que no alabamos, no lo apreciaremos. Si no ponemos atención a las palabras de la Gloria, recibimos con los brazos abiertos su significado, las adoptamos como nuestras y alabamos a Dios conscientemente a través de ellas, su significado se extenderá de nuestras mentes a nuestros corazones. Es por eso es que proclamamos en el Prefacio en cada Misa: “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar”. Nosotros como cristianos tenemos el deber de ser la voz de alabanza en la tierra.

Únicamente los seres humanos en la tierra pueden alabar a Dios.  Ninguna otra criatura puede hacer lo mismo. El Salmo 148 dice: “¡Alábenlo, sol y luna! ¡Alábenlo, brillantes luceros! ¡Alábalo tú, altísimo cielo, y tú, agua que estás encima del cielo! ¡Los animales domésticos y los salvajes! ¡Las aves y los reptiles!... Alaben todos, el nombre del Señor, porque él mandó que fueran creados”. Sin embargo, ninguna de estas creaturas saben que Dios “mandó y fueron creados”. Sólo los humanos pueden alabar a Dios. Alabar a Dios es nuestro privilegio y nuestra responsabilidad en la creación. “¡Los reyes del mundo y todos los pueblos! ¡Todos los jefes, príncipes y gobernantes del mundo! ¡Hombres y mujeres, jóvenes y viejos! ¡Alaben todos el nombre del Señor, pues solo su nombre es altísimo! ¡Su honor está por encima del cielo y de la tierra!”

Los seres humanos podemos reconocer lo brillante que es Dios y admirar a Dios por ello. Solamente los humanos podemos. Eso nos da a los humanos una responsabilidad especial. Es a través de los humanos que la creación se le regresa a Dios con alabanzas y gratitud. Por esta razón la Gloria es tan importante en la Misa. Al cantar alabanzas y dar gracias a Dios, como representantes de la raza humana, estamos cumpliendo con nuestro deber de poner la creación en una relación reconocida con Dios. Es hacer lo que solo los humanos podemos hacer. Es servir como puente entre la creación y Dios.

Nos reunimos los domingos para celebrar la Eucaristía”, que en griego significa “acción de gracias”. La Gloria destaca de lo que tenemos que estar agradecidos en las Buenas Nuevas. Estamos agradecidos, en primer lugar, simplemente por lo que Dios es: “Te damos gracias por tu gran gloria”. Damos gracias a Dios sólo por ser el Dios que es. “Sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre!” Dios es Dios. Sólo Dios. Y somos el pueblo de Dios. El puesto de Dios es tan alto, encima de todo ser creado, cualquier meta, valor o deseo, que nada podría acercarse lo suficiente, ni siquiera para competir con Dios. Y nuestra vida es simplemente ser leales a Dios todopoderoso.

¡Adolescentes! La próxima vez, que vayan a la misa dominical, ¿seguirás rezando entre los dientes tus oraciones de fe o te quedarás allí en silencio mientras otros cantan la Gloria? Si lo hacen, puede ser el principio de su separación de la comunidad creyente. ¿Por qué sí puedes gritar cuando tu equipo hace un gol, pero no puedes cantar alabanzas al Señor? ¡Y a toda la congregación de adultos! ¿Podría ser que una parroquia que es “fría y limitada” en su celebración de la Eucaristía capaz de transmitir la vida de fe a nuestros hijos?

Aquí tenemos algunas preguntas para que nos hagamos a nosotros mismos: ¿Cómo rezo la oración de alabanza? ¿Sé cómo alabar al Señor? ¿Lo alabo cuando rezo la Gloria? ¿Rezo con todo mi corazón, o simplemente rezo mis oraciones entre los dientes, o simplemente me quedo allí en silencio? ¡Y padres! ¿Acompañen a tus hijos en su vida de oración y jornadas espirituales, así como los acompañan en sus actividades atléticas y otras?

Su amigo y pastor,

P. Linh Nguyen

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