Pastoral Letter of August

Dear Friends in Christ,

Have you ever been loved by someone no matter what? Think about how that love made you feel – the warmth, the care, and the sense that this person has your best interests at heart. This is just a glimpse of the great, divine love that God has for each of us.

God’s love is not an abstract idea. It is very real, powerful, and active in the world and in our lives if we have eyes to see it. Just look around you! The beauty of a brilliant sunrise, the intricacy of a tiny flower, the miracle of a newborn child – all are just examples of God’s loving handiwork in creating the world for us.

But God did not just love us from afar. God’s intention was always for humanity to be in a close, intimate relationship. That is why God befriended people like Abraham and Sarah, Moses, and the prophets. That is why God offered covenant after covenant, passionately pursuing us even when we turned away, continued in our sin, and broke the covenant. In a figure like Noah, to whom God promised never to leave humanity behind after the flood, we find that God’s love is always faithful and continuous.

Finally, God’s love for us was made fully tangible and visible in Jesus Christ. As God’s only Son, Christ reveals the depth of the Father’s love through His compassionate words and amazing deeds of healing, forgiveness, and sacrifice on the cross. Jesus is love in the flesh!

One of the most concrete ways we can experience and live out God’s love is by caring for the environment. When we reflect on the beauty of nature in all its complexity, we get a sense of what pleases the Creator and why the Creator pours out love so intensely. One can easily express one’s love for God, the Father and Lover of all mankind, by making efforts to preserve the environment, such as recycling, minimizing resource usage, and appreciating nature.

And we can experience God’s love by loving those who are marginalized by society. Think of the elderly shut-in you could visit. Consider the homeless person you could meet face to face. The foster child who just needs someone not to judge them. By loving “the least of these,” as Scripture encourages us, we love Christ Himself – becoming channels of that unconditional, boundary-spanning love that God first showed us.

So how are we to live and experience this love of God? By drawing close to Jesus Christ in prayer, in His Word, and in the sacraments. By seeing Christ in the face of the poor, the sick, and the outcast. By responding to others as God first responded to us: unconditionally, sacrificially, without giving up on them. Perhaps you can call the person you haven’t been able to forgive. Maybe you can make peace with the person you have offended. Maybe God is calling you to serve the poor and the marginalized, just as Christ did

As we open our hearts and minds to God’s amazing, patient love shown through Jesus Christ, we start to experience and feel that love more and more in our own lives. Little by little, we become like vessels that can share and spread God’s transforming love to the world around us. By living

this out day-by-day, God’s love becomes more real and tangible in our everyday lives. We come to truly understand that God’s love redeems and makes everything new and wonderful.

Please refer to articles 50-73 of the Catechism of the Catholic Church for additional insights and acknowledgments.

Your Friend and Pastor,

Fr. Linh Nguyen

Queridos Amigos en Cristo,

¿Alguna vez has sido amado por alguien sin importar nada? Piensa en cómo te hizo sentir ese amor—el  calor, la atención y la sensación que alguien quiere lo mejor para ti. Esto es solo un ejemplo pequeño del gran amor divino que Dios tiene por cada uno de nosotros.

El amor de Dios no es algo abstracto. Es algo muy real, poderoso y existe por todo el mundo y en nuestras vidas, debemos observar con nuestros ojos para verlo. ¡Ve a tu alrededor! Ve la belleza de un gran amanecer, los detalles de una pequeña flor, el milagro de un niño recién nacido—todos estos son ejemplos del trabajo que el amor Dios creó en este mundo para nosotros.

Pero Dios no solo nos ama de lejos. La intención de Dios siempre ha sido que la humanidad exista en unidad y harmonía. Por eso Dios buscó amistad con Abraham y Sara, Moisés y los profetas.  Dios hizo pacto tras pacto, y nos seguía apasionadamente aun cuando le dábamos la espalda, y seguíamos viviendo en pecado y rompiendo los pactos. Después del diluvio, Dios le prometió a alguien como Noé de nunca abandonar a la humanidad, y aquí vemos que el amor de Dios siempre es fiel y continúo.

Finalmente, el amor de Dios para nosotros es completamente substancial y visible en Jesucristo. Como el Hijo único de Dios, Cristo revela lo profundo que es el amor del Padre con Sus palabras compasivas y asombrosos actos de sanación, perdón y sacrificio en la cruz. ¡Jesús es amor en carne viva!

Uno de las maneras básicas que podemos vivir y sentir el amor de Dios es haciendo esfuerzos para conservar el medio ambiente.  Cuando reflejamos en la belleza de la naturaleza y sus muchos detalles nos da una idea de lo que le agrada al Creador y porque el Creador nos da un amor intenso y en abundancia. Podemos aclamar nuestro amor por Dios, al Padre y a El que Ama a toda la humanidad. Podemos esforzarnos a conservar el medio ambiente—como reciclando, minimizando el uso de recursos, como carbón  y apreciando la naturaleza.

También podemos vivir el amor de Dios, amando a aquellos que no son aceptados por nuestra sociedad. Piensa en el anciano encerrado a quien podrías visitar. Considera a la persona sin hogar a la que podrías conocer cara a cara, al niño adoptado que no quiere que lo juzguen, quiere ser aceptado.  Cuando amas a “los más insignificantes”, como nos dice la Escritura,  amamos a Cristo—y eso nos convierte  como vías para llevar el mismo amor incondicional y sin fronteras que Dios nos mostró primero

Entonces, ¿cómo vamos a vivir y sentir este amor de Dios? Acercándonos a Jesucristo en oración, en Su Palabra y en los sacramentos, y cuando vemos a Cristo en el rostro de los pobres, los enfermos y los degradados. Si reaccionamos a los demás como Dios reacciono hacia nosotros incondicionalmente, y con sacrificio, y sin perder esperanza en nosotros. Tal vez puedas llamar a la persona que no has podido perdonar. O quizás puedas hacer las paces con la persona que te ofendió. Tal vez Dios te esté llamando a servir a los pobres y degradados, como lo hizo Cristo.

Al  ver en nuestros corazones y mentes al asombroso y paciente amor de Dios, a través de Jesucristo, comenzamos a vivir y sentir ese amor más y más en nuestras propias vidas. Poco a poco, nos convertimos en vasos que pueden compartir y difundir el amor transformador de Dios al mundo que nos rodea. Viviendo esto día a día, el amor de Dios se vuelve más real en nuestra vida cotidiana. Llegamos a comprender verdaderamente que el amor de Dios redime y lo hace todo nuevo y maravilloso.

Por favor, consulte los artículos 50-73 del Catecismo de la Iglesia Católica para obtener más información y reconocimientos.

Tu Amigo y Pastor,

Fr. Linh Nguyen

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