Pastoral Letter for November
Dear Friends in Christ,
When we stand together to recite the Nicene Creed, it is not merely a routine part of the Mass; it is a powerful declaration of our faith. It is a moment when the entire congregation, diverse in backgrounds and experiences, unites in harmony to profess our shared belief in God. This act transcends the mundane and becomes a spiritual journey, an opportunity to truly connect with our faith.
Consider this: we have minds that allow us to understand complex concepts, and we have wills that empower us to make choices. We are individuals with the remarkable capacity to engage in a profound act of self-expression. When we recite the Creed, we do more than recite words – we actively engage with our faith. We choose to affirm our belief in the Triune God, and in that choice, we define our spiritual identity.
This profession is not merely about the content of our belief; it is about the fact that we believe it. It is a celebration of our shared faith, a faith that transcends time and culture. It is about recognizing the divine gift of faith, a gift that allows us to know what only God can truly know, and to know it in a way that mirrors God’s own understanding. This is the essence of faith – a divine connection that opens our hearts and minds to the mysteries of God’s love and grace.
As we recite the Creed, we should aim to experience this profound connection with the divine. It is a moment of enlightenment, a realization that we are part of something greater than ourselves. The Holy Spirit’s presence becomes real as we unite in faith, and we are reminded that we are not alone on this spiritual journey. We are part of a vast Christian community, bound together by our shared beliefs and our shared commitment to follow Christ.
In a world that often seems disconnected from matters of faith, the Profession of Faith becomes a powerful act of solidarity. It is a declaration that we take our faith seriously, that we stand unwavering in our beliefs. It is a testament to the enduring nature of faith – a belief in God that has spanned generations, cultures, and civilizations. This faith unites Catholics, Eastern Orthodox, Episcopalians, Lutherans, Methodists, Presbyterians, and the majority of Protestant denominations under a common banner of shared beliefs.
But let’s not limit our profession of faith to the confines of the church walls. Instead of merely focusing on what we profess, let’s immerse ourselves in the act of professing. Let’s rekindle the intensity of our faith, not just in what we believe but in the fact that we believe it. During the Profession of Faith, we should embrace the profound significance of this act. We should allow ourselves to feel the depth of our identity as believers. In this moment, we are not isolated individuals; we are a faith-filled community, standing together in unity. Our faith becomes more than a personal belief; it becomes a collective expression of our shared commitment to God.
As we experience ourselves intensely as believers during the Eucharistic liturgy, it encourages us to confidently show our faith in actions in everyday life. It is a reminder that we carry our faith with us wherever we go – to work, to school, to our communities. By choosing to live out our faith, we become beacons of light in a world that often seeks meaning and purpose.
In conclusion, the Profession of Faith is not just a ritual; it is a profound declaration of our shared belief in God. It is a testament to the enduring nature of faith throughout history and across cultures. It is a reminder of the divine gift of faith that connects us to God’s wisdom and understanding. Let’s embrace this moment as a powerful expression of our faith and allow it to inspire us to live out our beliefs boldly, making a positive impact on our culture and the world.
Before I finish, I invite you to think about a few questions:
Ø When you recite the Profession of Faith, do you pay attention to what you are saying and ask questions if something is unclear?
Ø When you say these words, do you feel like you are making a personal commitment, and does it make you feel good?
Ø Does expressing your faith together with the community help you live out your beliefs in your daily life outside of church?
Your Friend and Pastor,
Fr. Linh Nguyen
Queridos Amigos en Cristo,
Durante la misa, nos ponemos de pie para recitar el Credo Niceno juntos. El Credo no es una sencilla rutina de la Misa; es una declaración poderosa de nuestra fe. Es un momento en el que toda la congregación, diversa en antecedentes y experiencias, se une en armonía para profesar nuestra fe compartida con Dios. Este acto trasciende lo mundano y se convierte en una jornada espiritual, una oportunidad para conectarnos verdaderamente con nuestra fe. Al recitar el Credo, hacemos más que expresar palabras, participamos intensamente en nuestra fe. Afirmamos nuestra creencia en el Dios Trino y, al hacer esto, definimos nuestra identidad espiritual.
Esta profesión no es tan solo sobre nuestra fe, sino del hecho de que creemos en ella. Es una celebración de la fe que compartimos, una fe que trasciende el tiempo y la cultura. Se trata de reconocer el regalo divino de la fe, un regalo que nos permite reconocer lo que solo Dios puede verdaderamente conocer de una manera que refleja la comprensión de Dios. Esta es la esencia de la fe, la conexión divina que abre nuestros corazones y mentes para descubrir los misterios, descubrir el amor y la gracia de Dios.
Cuando recitamos el Credo, necesitamos sentir la intensa conexión con lo divino. Este es un momento de iluminación, la realización que somos parte de algo más grande que nosotros. La presencia del Espíritu Santo se convierte en realidad al unimos en la fe, y nos recuerda que no estamos solos en esta jornada espiritual. Somos parte de una vasta comunidad cristiana, unidos por nuestras creencias compartidas y nuestro compromiso compartido de seguir a Cristo.
En un mundo que seguido se siente desconectado en cuestiones de la fe, la Profesión de Fe se convierte en un poderoso acto de solidaridad. Es una declaración que tomamos nuestra fe en serio, y que permanecemos firmes en nuestras creencias. Es testimonio de la naturaleza constante de nuestra fe, una creencia en Dios que ha durado por el transcurso de generaciones, culturas y civilizaciones. Esta fe une a católicos, ortodoxos del oriente, episcopales, luteranos, metodistas, presbiterianos y la mayoría de las denominaciones protestantes bajo el estandarte común de creencias compartidas.
Pero no limitemos nuestra fe a los confines de las paredes de la iglesia. En lugar de poner toda nuestra atención en lo que profesamos, pongamos mucho más energía al acto o hecho de profesar. Reavivemos la intensidad de nuestra fe, no solo en lo que creemos, sino en el hecho de que sí lo creemos. Durante la Profesión de Fe, debemos adoptar el significado profundo de este acto. Debemos sentir la profundidad de nuestra identidad como creyentes. En este momento, no estamos aislados; somos parte de una comunidad llena de fe, de pie juntos en unidad. Nuestra fe es algo más que una fe personal; es una expresión colectiva de nuestro compromiso compartido con Dios.
Cuando vivimos nuestro estado intenso de creyentes durante la liturgia eucarística, debemos mostrar con confianza nuestra fe en nuestras acciones en la vida cotidiana que llevamos en nuestra fe. Recordemos que dondequiera que vayamos, llevamos nuestra fe al trabajo, a la escuela, a nuestras comunidades. Al vivir nuestra fe, nos convertimos en faros de luz en un mundo que busca significado y propósito.
En conclusión, la Profesión de Fe no es solo un ritual; es una profunda declaración de nuestra fe compartida con Dios. Es un testimonio de la naturaleza eterna de la fe a lo largo de la historia y a través de las culturas. Es un recordatorio del regalo divino de la fe que nos conecta con la sabiduría y la comprensión de Dios. Acojamos este momento como una poderosa expresión de nuestra fe y permitamos que nos inspire a vivir nuestra fe con valentía, y con un impacto positivo en nuestra cultura y el mundo.
Antes de cerrar, te invito a reflexionar sobre estas preguntas:
Ø ¿Cuándo recitas el Credo, la Profesión de Fe, pones atención a lo que estás recitando y te preguntas si alguna parte del Credo no tiene sentido para ti?
Ø ¿Cuándo recitas estas palabras, sientes un compromiso personal y te hace sentir bien?
Ø ¿Al expresar tu fe en conjunto con la comunidad, te ayuda a vivir las creencias de tu vida diaria fuera de la iglesia?
Su Amigo y Pastor,
P. Linh Nguyen