July Pastoral Letter to the Youth
Dear Youth in Christ,
I hope this pastoral letter finds you well in this hot summer. As your pastor, I understand the importance of connecting with the young members of our community and guiding you on your journey with Christ. Today, I want to share some insights about living in faith. As young people in today's world, you face numerous challenges that can make it difficult to stay true to your beliefs. But do not be discouraged, for you are not alone.
In this Sunday's Gospel, Jesus uses parables to teach us about the incomparable value of the kingdom of heaven and the privilege of being part of it. He describes the kingdom as a treasure hidden in a field and a precious pearl sought after by a wealthy merchant. Both examples illustrate an act of total faith, where the discoverer sacrifices everything to attain what they found. This unwavering faith in the treasure is a result of exercising faith in all aspects of life.
You too can exercise your faith. The more you use it, the stronger it becomes. The less you use it, the weaker it grows. Just like a language you know but rarely use, faith needs to be practiced to stay vibrant. Living in faith means believing in something greater than yourself and understanding that your life has a purpose. Every action you take can either draw you closer to or further away from that purpose. Embrace the responsibility of your future and your relationship with God.
To live in faith, you must stay connected to God through prayer. Make time each day to talk to Him, share your experiences, and seek guidance. Regularly attend Mass and actively participate in the sacraments, for they grant us grace and strength to continue our journey in faith.
Find supportive groups that encourage you in your faith. Whether it's through our youth group, Bible studies, retreats, or connecting with fellow Catholics, the companionship of like-minded individuals can bring you joy, inspiration, direction, and accountability.
Let me share the story of Maria, an 18-year-old Catholic who cherished her faith and the Eucharist. Raised in a devout family, she always felt a strong connection to God through the sacraments. Maria actively participated in her parish's youth group, which gathered to pray, discuss the Bible, and plan service projects. Being part of this community of young believers brought her joy.
One day, her pastor announced a special Mass and night-long Eucharistic Adoration for the youth group. Maria was excited about spending the night in prayer before the Blessed Sacrament. Inviting her friends, she embraced the opportunity.
As the night unfolded, most participants slept, but Maria remained awake, gazing in wonder at the Blessed Sacrament. Feeling close to Jesus, she prayed for strength and guidance in her life. As dawn approached, Maria felt renewed in her faith and grateful for this special night of prayer.
From that day on, Maria was even more intentional about living her faith and sharing it with others. She continued attending youth group meetings and sought opportunities to deepen her relationship with God, with the Eucharist at the core of her life as a Catholic.
Remember, living in faith is a journey, not a destination. Be patient with yourself and others, trusting in God's plan for your life. Persevere, even when the road gets rough. The rewards of a life lived in faith are immeasurable.
Your Friend and Pastor,
Fr. Linh Nguyen
Querida Juventud en Cristo,
Espero que mi mensaje pastoral que les he escrito los encuentre bien en este verano caluroso. Como pastor de la Iglesia, sé lo importante que es conectarse con los miembros jóvenes de nuestra comunidad y ayudarlos y guiarlos a lo largo de su jornada con Cristo. Les escribo hoy para compartir algunas ideas sobre cómo vivir en la fe. Como jóvenes que crecen en el mundo de hoy, porque se enfrentan con innumerables desafíos que les dificulta mantenerse fieles a sus creencias. Pero no se desanimen, porque no están solos.
Para enseñarnos el valor inestimable del reino de los cielos y de cómo ser parte de ese reino, en el evangelio de hoy, Jesús lo describe como un tesoro escondido en el campo. Jesús también representa a un comerciante rico en el negocio de perlas. Este comerciante conocía mucho de perlas y buscó seriamente una perla de gran valor. Cuando la encontró, vendió todo lo que tenía para comprarla. Este es un acto de fe total en el tesoro que encontró que le hizo sacrificar todo lo que tenía para obtenerla. Es cierto que, llegando a esta fe total, este comerciante había ejercido su fe en todos los sus negocios pequeños del pasado.
Tú también puedes ejercer tu fe. Entre más la practicas, más fuerte será. Cuanto menos la practicas, más débil será. Si sabes un idioma extranjero, pero nunca lo practicas, se olvida, y luego, cuando realmente lo necesitas, te quedas muy limitado. Vivir en fe significa creer en algo más grande que uno mismo. Significa entender que hay un propósito para tu vida, y que cada acción que tomes puede acercarte o alejarte de ese propósito. También significa asumir la responsabilidad de tu futuro y tu relación con Dios.
Para vivir en fe, debes mantenerte activamente cerca Dios. La oración es una parte esencial para mantener esta conexión. Reserva tiempo cada día para hablar con Dios, compartir tus experiencias y pedir orientación. Asiste a misa regularmente y participa activamente en los sacramentos, porque nos dan gracia y fuerza para continuar nuestro camino en la fe.
Busca grupos que te apoyen y te animen, ya sea a través del grupo de jóvenes en nuestra iglesia, estudios bíblicos, retiros o simplemente conectándote con otros católicos. La compañía de otras personas que comparten tu fe puede traerte gozo, inspiración, dirección y responsabilidad.
Como joven católica, María, de 18 años de edad, quería mucho su fe y la Eucaristía. Había crecido en una familia muy devota y siempre había sentido una fuerte conexión con Dios a través de los sacramentos. María era un miembro activo de su grupo juvenil parroquial, que se reunía semanalmente para orar, discutir pasajes bíblicos y planificar proyectos de servicio. Le encantaba ser parte de esta comunidad de jóvenes que se esforzaban por vivir su fe.
Un día, el pastor de María anunció que ofrecería una misa especial para el grupo de jóvenes. En lugar de la habitual Misa matutina del domingo, en esta Misa se celebraría un sábado por la noche, y después seguiría la Adoración Eucarística nocturna. María estaba emocionada ante la perspectiva de pasar toda una noche en oración ante el Santísimo Sacramento. Invitó a sus amigos del grupo de jóvenes que la acompañaran. Muchos de ellos aceptaron.
A medida que avanzaba la noche y otros participantes se quedaban dormidos, María permaneció despierta, mirando maravillada al Santísimo Sacramento. Se sentía tan cerca de Jesús en esos momentos, y oró por fortaleza y guía en su vida. Cuando el sol comenzó a salir, el corazón de María se llenó de una profunda paz y alegría. Se sentía renovada en su fe, revitalizada en su devoción a la Eucaristía y agradecida por la oportunidad de pasar una noche tan especial en oración.
A partir de ese día, María fue aún más intencional acerca de vivir su fe y compartirla con los otros. Continuó asistiendo regularmente reuniones de grupos para jóvenes. Buscó otras oportunidades para profundizar su relación con Dios. Ella sabía que la Eucaristía siempre estaría en el centro de su vida como católica.
Recuerda que vivir en fe es una jornada, no un destino. Sé paciente contigo mismo y con los demás, y confía en el plan de Dios para tu vida. Nunca te rindas, incluso cuando el camino se ponga difícil. Las recompensas de una vida vivida en fe son infinitas.
Su amigo y pastor,
P. Linh Nguyen