The Grace of our Lord

Dear Friends in Christ,

In the Introductory Rites of the Eucharist, after making the sign of the Cross, the priest presider announces this greeting, “The grace of our Lord Jesus Christ, and the love of God, and the communion of the Holy Spirit be with you all.” This greeting formula is taken from the second letter of St. Paul to the Corinthians (13:14). The Church uses this greeting as an exciting celebration of who we are in relationship to the Father, Son, and Holy Spirit.

The Catechism of the Catholic Church (#1997) defines grace like this: Grace is a participation in the life of God. It introduces us into the intimacy of Trinitarian life: by Baptism the Christian participates in the grace of Christ, the Head of His Body. As an “adopted son” He can henceforth call God “Father,” in union with the only Son. He receives the life of the Spirit who breathes charity into Him and who forms the Church. Simply put according to St. Augustine’s “City of God,” grace is the gift of sharing in God’s own divine life.

At Mass, the Church announces the reality of our Christian identity that we are sharing in the divine life of God. The effect of our baptism makes us become Christ, the real presence of Jesus Christ in the world. We are his own living body on earth. We are not merely human being but also divine. At the Eucharist, you are recognized as the mystery of a human being sharing in the divine life of God because you accepted to give your body to Jesus at baptism to be his body. You share in one mystical body of Christ. You became what he is: a son or daughter of the God, the Father.

And the love of God, and the communion of the Holy Spirit,” entails the greeting. You live and love and act by God’s Spirit. You are alive both by the human life you received from your parents and by the divine life you receive through union with Jesus Christ, God the Son. That makes God the Father your real Father. You are a real son or daughter of God. You share in the life of the Trinity. You are part of it. Sharing in the Trinitarian life, we are never alone at the Eucharist and in the world of Christianity. For God is always with us. This calls us into constant personal interaction with the Trinity. God is not just with us like a friend by our side, but he is also in us.

Through the greeting formula, we awaken to our being in partnership with Jesus to live one shared life in one shared body. Jesus acts divinely in our human actions, with us, in us, and through us. We act divinely “through him, with him, and in him.” We are acting “in Christ” and Christ is acting “in us.”

With the words “the grace of our Lord Jesus Christ...be with you,” the Eucharist reminds us that we get up every morning to let Jesus do something divine with us, in us, and through us, in everything we do that day. This is what Jesus was talking about when he said, “I am the vine, you are the branches. Those who abide in me and I in them bear much fruit, because apart from me you can do nothing” (John 15:5).

All who are assembled for Eucharist receive “the grace of our Lord Jesus Christ,” the Son. All of us know “the love of the Father.” All of us are united in the “communion of the Holy Spirit”. We are loved. God loved us before we were born, loves us now, and will love us without end.

In the communion of the Holy Spirit be with you all,” the Eucharist proclaims that the real bond of union between Christians is the mystical experience by the indwelling presence of the Holy Spirit in each one’s heart, an experience we should all become conscious of in Eucharist. Eucharist is meant to be a source of unity. “For in one Spirit we were all baptized into one body and we were all given to drink of one Spirit” (1 Corinthians 12:13).

  • What helps you most to feel that God is your loving Father?

  • How does it feel to be aware that Jesus is living in your body and acting through you in everything you do?

  • When do you most feel “communion of the Holy Spirit” with another person or group?

Your Friend and Pastor,

Fr. Linh Nguyen

Queridos Amigos en Cristo,

En los Ritos Introductorios de la Eucaristía, después de hacer la señal de la Cruz, el sacerdote que preside anuncia este saludo: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes.” Este saludo viene de la segunda carta de San Pablo a los Corintios (13:14). La Iglesia usa este saludo como una celebración emocionante de quiénes somos en relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

El Catecismo de la Iglesia Católica (#1997) define la gracia así: Gracia es participar en la vida de Dios. Que nos introduce a la intimidad de la vida trinitaria. A través del Bautismo, el cristiano participa en la gracia de Cristo, la Cabeza de su Cuerpo. Como “hijo adoptivo” y puede de aquí en adelante llamarle “Padre” a Dios, en unión con el Hijo único. El recibe la vida del Espíritu que le inspira la caridad y que forma la Iglesia. Realmente, según la “Ciudad de Dios” escrita por San Agustín, la gracia es el don de compartir la vida divina de Dios.

La Iglesia nos anuncia en la Misa la realidad de nuestra identidad cristiana que estamos compartiendo en la vida divina de Dios. Nuestro bautismo nos convierte en Cristo, la presencia real de Jesucristo en el mundo. Somos su propio cuerpo vivo en la tierra. No somos únicamente seres humanos, sino también divinos. En la Eucaristía, eres reconocido como el misterio de un ser humano que participa en la vida divina de Dios porque aceptaste entregar tu cuerpo a Jesús en el bautismo para ser su cuerpo. Ustedes comparten un cuerpo místico de Cristo. Te convertiste en lo que Él es: un hijo o hija de Dios, el Padre.

Y el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo”, vincula el saludo. Vives, amas y actúas como el Espíritu de Dios. Estás vivo tanto por la vida humana que recibiste de tus padres como por la vida divina que recibes a través de la unión con Jesucristo, Dios el Hijo. Eso significa que Dios el Padre es tu verdadero Padre. Eres un verdadero hijo o hija de Dios. Ustedes comparten la vida de la Trinidad. Tú eres parte de ella. Compartiendo la vida trinitaria, nunca estamos solos en la Eucaristía ni en el mundo del cristianismo, porque Dios siempre está con nosotros. Este hecho nos lleva a una constante relación reciproca  con la Trinidad. Dios no está con nosotros solo como un amigo a nuestro lado, pero Él también está dentro de nosotros.

A través del saludo de bienvenida, nos damos cuenta de nuestro ser en comunión con Jesús para vivir una vida compartida en un solo cuerpo. Jesús se porta divinamente en nuestras acciones humanas, con nosotros, dentro de nosotros y a través de nosotros. Nosotros también nos presentamos divinamente “por medio de Él, con Él y dentro de Él.  Estamos viviendo “en Cristo” y Cristo está viviendo “en nosotros.”

Con estas palabras “la gracia de nuestro Señor Jesucristo... esté con ustedes”, la Eucaristía nos recuerda cuando nos levantamos cada mañana dejar que Jesús haga algo divino con nosotros, dentro de nosotros y a través de nosotros, en todo lo que hacemos cada día. Esto es de lo que Jesús nos decía cuando dijo: “Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí ustedes no pueden hacer nada” (Juan 15:5).

Todos los que están congregados para la Eucaristía reciben “la gracia de nuestro Señor Jesucristo”, el Hijo. Todos conocemos “el amor del Padre. Todos estamos unidos en la “comunión del Espíritu Santo”. Somos amados. Dios nos amó antes de que naciéramos, nos ama ahora y nos amará sin fin.

La comunión del Espíritu Santo esté con ustedes”, la Eucaristía proclama que el verdadero vínculo de unión entre los cristianos es la experiencia mística por la presencia del Espíritu Santo en el corazón de cada uno. La Eucaristía está destinada a ser una fuente de unidad.

  • ¿Qué es lo que más te ayuda  sentir que Dios es tu Padre amoroso?

  • ¿Cómo te sientes ser consciente de que Jesús está viviendo en tu cuerpo y actuando a través de ti en todo lo que haces?

  • ¿Cuándo sientes la “comunión del Espíritu Santo” más intensa con otra persona o grupo?

Su amigo y pastor,

P. Linh Nguyen

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